Marta fue mi alumna en el año 2009.
Cuando se presentó me dijo: «¡Hola! Soy Marta, tengo treinta años y soy síndrome de Down” . Durante nueve meses en mis clases no sólo desarrolló sus habilidades de expresión, cantar, el ritmo y mejoró su autoestima con la música, sino que también aprendió a leer la partitura al piano. Consiguió tocar el piano con las dos manos y aprender las distintas claves para los pianistas: la clave de fa y la clave de sol.
Cuando empezó a tocar el piano coordinando las dos manos al mismo tiempo que leía las notas, me confesó emocionada que nunca se había imaginado que ella con síndrome de Down, un día podría llegar a tocar el piano.
Marta representa el camino de la constancia.
Gracias Marta por tu maravillosa sonrisa, amor y paciencia contigo misma para conseguir que tu sueño se haga realidad.
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